
Cuando hablamos de transaccionalidad solemos pensar en un grupo de actores específicos que prestan servicios esenciales: bancos, fintechs, emisores de tarjetas, agregadores de pago, adquirentes. Cada uno de ellos es fundamental para que el sistema efectivamente funcione y enriquezca al ecosistema de pagos con distintas propuestas de valor. Y sin embargo, son apenas una parte. No debe haber sector de la economía y la vida cotidiana más transversal a todas las áreas: la forma en que pagamos y en la que se mueve nuestro dinero es vital para cualquier actividad. Consumidores y comercios, proveedores, sectores productivos, incluso los ingresos del propio Estado, todos se verán beneficiados o perjudicados y serán transformados a cada paso en función de cómo se mueva el dinero.
La revolución de las fintech fue -y sigue siendo- asombrosa. En todos los mercados de América Latina se repiten hitos similares: los avances tecnológicos pusieron a la vanguardia a determinados jugadores; luego los reguladores acompañaron el impulso con una mayor apertura del mercado y, en esta etapa de aceleración y boom de oferta, la digitalización soluciona problemas y fricciones que habíamos naturalizado y hoy nos parecen arcaicos. A medida que más personas y empresas se suben a la autopista digital, su vida y su manera de hacer negocios mejora y les permite dedicar tiempo y recursos a sus verdaderas pasiones, son más libres para enfocarse en sus propósitos.
La pandemia fue el gran catalizador de estos movimientos. Se calcula que en Argentina, el efectivo perdió 10% de share en las transacciones, un cambio sin precedentes en la historia. Aunque alrededor de la mitad de la población todavía no utiliza medios de pagos digitales o electrónicos, nuestro país avanza sin dudas a una mayor digitalización. Y aquello es sinónimo de inclusión financiera.
No debe haber sector de la economía y la vida cotidiana más transversal a todas las áreas que los medios de pago: la forma en que pagamos y en la que se mueve nuestro dinero es vital para cualquier actividad
Esta actualización constante del ecosistema, con nuevos competidores e innovaciones tecnológicas que nos enriquecen día a día, también nos ha permitido a quienes formamos parte de él enfocarnos en lo que mejor sabemos hacer: destinar nuestro tiempo y talento a nuestro propósito. La clave fue concebir a las distintas soluciones fintech como servicios abiertos y no patrimonio exclusivo de cada jugador en un compartimiento estanco. Fintech as a Service es la matriz que permitió bajar las barreras de entrada a muchos emprendedores y startups con mucho valor para agregar, y es la forma en que podremos seguir enriqueciendo al ecosistema.
Cuando iniciamos nuestra empresa en 2015, nos propusimos construir la mejor plataforma posible de gestión de la vida en comunidades, que tuviera como objetivo último mejorarles la vida a cada una de las personas que la utilizaran. Cuando reformulamos nuestra app para agregar soluciones transaccionales a los módulos sociales con los que habíamos nacido, entendimos que habíamos creado una herramienta muy poderosa y que no debía ser nuestro patrimonio exclusivo. Por eso iniciamos convenios con retailers y otras compañías para proveerles nuestra billetera en modo “marca blanca”, para que ellos incluyan en su propuesta de valor particular para su comunidad específica. Del mismo modo en que los bancos ofrecen API’s para que distintos jugadores creen cuentas virtuales, embeber una billetera en una app permite a nuevos emprendedores servicios que hace pocos años eran impensables.
El modelo Fintech as a Service además permite segmentar una enorme cantidad de soluciones: onboarding, generación de cuentas, cash in, cash out. Esto supone que cualquier actor, del rubro que sea, puede ofrecer su propia billetera valiéndose de algún proveedor de servicios de pagos.
La naturaleza misma de este tipo de negocios le da a nuestra industria no solo un ritmo acelerado de innovación sino también la posibilidad de consolidar un ecosistema cada vez más dinámico en el cual la competencia es casi tan importante como la cooperación.
El autor es fundador y presidente de Miiii
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