En un contexto de incertidumbre global y crisis económica mundial, la región Asia-Pacífico firmó el tratado regional más grande del mundo. Esta apuesta comercial y geopolítica, desafía la presencia de Biden en el Pacífico, en el marco de la disputa global EEUU-China, pero también tiene implicancias en el tablero global. En este nuevo escenario, ¿Cuáles son las oportunidades y desafíos para Argentina y América Latina? Eso dependerá de la planificación estratégica a largo plazo de una política exterior inteligente.
El RCEP (Regional Comprehensive Economic Partnership) es un tratado regional firmado en la 37° Cumbre Anual de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) que establece un área de Libre Comercio panasiática. Se trata del acuerdo de integración regional más grande del mundo, que abarca un tercio del PBI global (cerca de 25 billones de dólares) e incluye a 2,250 millones de personas, un 30% de los habitantes del globo.
Apostando por la Resiliencia (Comercial) del multilateralismo
Actualmente la globalización comercial, como espacio multilateral basado en normas, sigue en pie gracias al impulso asiático, particularmente al compromiso de Beijing. “La firma de RCEP no solo es un logro histórico de la cooperación regional de Asia Oriental, sino también una victoria del multilateralismo y el libre comercio”, fueron las palabras de Li Keqiang, Primer Ministro de China. Cabe rescatar que estamos frente al primer tratado que integran tres de los gigantes de Asia: China, Japón y Corea del Sur. La presencia de los dos últimos significa un peso que intenta balancear el poder indiscutible de la República Popular China en la región, sin embargo, han optado por hacerlo desde dentro del acuerdo, a diferencia de India que declinó la invitación a participar.
A su vez, es posible que los beneficios de este acuerdo atraigan inversiones privadas en el mercado regional y mundial. En los últimos años, muchas multinacionales están desplazándose hacia la ASEAN, convirtiéndola en un área de crecimiento que participa en las cadenas globales industriales y de suministro que la vuelven cada vez más importante en el escenario internacional.
El acuerdo es tanto una apuesta comercial como geopolítica que marca un hito en el liderazgo de China y consolida el traspaso del eje global del Atlántico al Pacífico y, más concretamente, de occidente a oriente. El RCEP es un desafío para impulsar la seguridad política y la estabilidad, consolidando un rol central de la ASEAN, liderada por China pero que incluye a los otros grandes países de la región, generalmente reticentes a su ascenso pacifico.
A su vez, la RCEP nos muestra el reflejo de las dinámicas de competencia global y del propio dilema de Estados Unidos para gestionar su retraimiento como potencia global indiscutible. La presidencia de Donald Trump en Estados Unidos fue una de las causas impulsoras del avance Indo-Pacífico. Su proteccionismo animó el protagonismo evidente de China para afianzar su influencia económica y política en la región. Además, E.E.U.U. se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y se ausentó de la Cumbre anterior de la ASEAN celebrada en Bangkok (2019), lo que dejó en manos de Xi Jinping el timón del Pacífico, despejando el camino para prosperar con las negociaciones que se ven en la RCEP.
¿Qué implica el RCEP para América Latina?
Beijing fijará su mirada principalmente en la región Asia Pacífico, en tanto que los mercados latinoamericanos perderán competitividad. Desde Argentina debemos hacer un análisis regional de las implicancias de este acuerdo que nos permita evaluar nuestras estrategias a futuro.
América Latina fue históricamente, debido a su pertenencia hemisférica, escenario de influencia norteamericano; pero ello está siendo disputado por China desde las últimas décadas. Actualmente, la potencia asiática es de los mayores socios comerciales de varios países latinoamericanos, siendo el principal de Argentina y Brasil. Por ello, es importante para la región atender las estrategias políticas de nuestros socios en el escenario internacional y las consecuencias comerciales y geopolíticas que implican.
En otras palabras, nuestra inserción a cadenas globales de valor dependerá de las consecuencias de este acuerdo en la reconfiguración del orden mundial, pero también de la inteligencia que tengamos para interactuar con este nuevo escenario.
Argentina tiene la responsabilidad de elaborar un posicionamiento regionalmente situado pero pensado estratégicamente frente al contexto mundial. Los tiempos de crisis también traen oportunidades, el desafío está en saber aprovecharlas para Proyectar Argentina, es decir: pasar de la reacción a la acción basados en una proyección de escenarios a largo plazo.
El nuevo tablero mundial se juega en Asia pero, como país y región, tendremos la oportunidad de participar si apostamos por una planificación estratégica que implique una política exterior inteligente, soberana, democrática e inclusiva entendida como una dimensión fundamental de un modelo de desarrollo.
Seguí leyendo:
MAS NOTICIAS